Etimológicamente el vocablo Ara significa Altar o Piedra de los Sacrificios, corresponde a un símbolo ancestral en todas las religiones y estaba destinado al sacrificio de los animales y a las ofrendas que se llevaban a cabo durante el servicio religioso.
En nuestros Templos Masónicos, el Ara se encuentra situado en el punto medio del mismo, en el centro del taller, señalando, de esta manera, el eje del templo, representando las diferentes posibilidades de interacción, arriba - abajo, ascendente - descendente, espiritual – material, que existe entre el cielo y la tierra; cielo aquel que está representado en forma simbólica en el techo de la logia.
El Ara constituye el lugar sagrado por excelencia dentro del Templo Masónico, puesto que a su alrededor se realizan las actividades más solemnes, iniciaciones, juramentos, consagraciones, exaltaciones y otros, resultando, de esta manera imprescindible para los trabajos que se realizan en masonería, es el símbolo de lo invisible, que él expresa formal y sensiblemente, y al realizarse en torno a él todas las actividades que se realizan en el taller, todos los concurrentes de la Logia miran simultáneamente hacia él, y es precisamente la realización del Ritual Masónico que esta comunicación cielo – tierra, arriba – abajo, material – espiritual se reactiva y se hace en nosotros, poniéndonos en condiciones de recibir los efluvios desde lo alto, las inspiraciones emanadas por el G:.A:.D:.U:., emanaciones que constituyen sabiduría y conocimiento.
Sobre el Ara, sobre las columnas que simbolizan la Sabiduría, la Belleza y la Fuerza, se encuentran encendidas las luces de que arden durante los trabajos masónicos, estas representan a la ciencia, la virtud y la fraternidad, también sobre el Ara se coloca el Volumen Sagrado de la Ley, la Escuadra y el Compás, que simbolizan la unión entre la tierra y el cielo, entre el hombre imperfecto y el espíritu manifestado en la materia, por tanto configuran el eje donde se conjugas las polaridades. La disposición de la escuadra sobre el compás representa la primacía, en este grado de A:.M:., de la materia, el instinto y la ignorancia por sobre la inteligencia, el espíritu y la razón, condición esta que el A:.M:. mediante su trabajo, debe procurar revertir.
Como ya dijimos antes, el templo es una representación en miniatura del cosmos, simbolizando tanto lo macro como lo micro, por lo cual también simboliza nuestro templo interno y por ser el Ara su centro, corresponde entonces al corazón en el ser humano, al lugar donde son recibidas la palabra y la sabiduría divina, representada esta por el libro de la ley, lugar de transformación, realización y transmutaciones que llevamos a cabo con el fin de pulir la piedra bruta, lo cual nos permitirá ascender a sucesivos estadios de conocimiento según el grado correspondiente de nuestra orden en donde nos encontremos.
Sabemos que la columna B:. correspondía a una de las columnas ubicadas en el Templo de Salomón, y que en nuestras logias se representa con la columna de Occidente que se encuentra del lado de los A:.M:., acerca de la palabra Boaz (palabra correspondiente a nuestro grado de A:.M:., resulta una palabra hebrea compuesta de una proposición Bo (En el), y el sustantivo Oz, que significa fuerza, pero también en hebreo, denota poder, fortaleza o virtud. Significando entonces Boaz, “en el la fuerza (o la virtud)”, dentro de este significado encontramos un sentido oculto de gran valía, para entenderlo, debemos remitirnos al libro de San Juan, donde se abre el libro de la ley al comenzar los talleres, este libro (San Juan 1.1) comienza diciendo “En el principio era la palabra”, principio y palabra, en el idioma griego original se corresponden respectivamente a Arché y Logos, que, generalizando, representan Arché al sustrato base y Logos a la voluntad, cuya propiedad fundamental es la fuerza o la acción, correspondiendo entonces al palabra de aprendiz masón con el inicio del Evangelio según San Juan. Dijimos también que Oz denotaba virtud, por tanto corresponde decir que fuerza y virtud resultan inesindibles y se identifican con el Principio, que juntos dinamizan hacia la luz de la verdad, resultando también que El, es cada uno de nosotros, estructuradores, desbastadores y constructores de nuestra propia piedra.
La otra columna J:. (iajin o iakin), resulta una conjugación de la raíz hebrea que corresponde a “estabilizará”, por lo tanto, las columnas J:. y B:., en nuestra interpretación Masónica, significan “Iujan Be’Oz” (haya estabilidad en el poder, o en la virtud), aplicándose perfectamente con nuestro sistema masónico de perfeccionamiento moral.
Temet Gnosce, remata el Oráculo de Delfos, porque encontraremos en nuestro interior el poder, en El están latentes la posibilidad de realización personal, y una vez descubierto esto, la fuerza y la esencia del universo nos serán dados por añadidura, debido esto a que todos somos una manifestación del cosmos
Por lo tanto, el A:.M:., parado entre columnas y marchando hacia el Ara simboliza al hombre que nace, relacionado esto con el tiempo que duran los trabajos, desde el mediodía, cuando ve la luz, hasta medianoche, cuando muere, cuando la luz se apaga, porque se es Masón desde el día en que se ve la luz, cuando se nace y se comienza a desbastar la piedra bruta a una edad simbólica de tres años debido a que fue iniciado en los misterios de los números uno, dos y tres; hasta el día en se apaga, en que se muere.
Imagen: http://dialogo-entre-masones.blogspot.com/2016/01/masones-el-porque-de-la-biblia-en-el-ara.html
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