“¿Qué es real? ¿Cómo defines lo real? Si estás
hablando de lo que puedes sentir, lo que puedes oler, lo que puedes saborear y
ver, entonces lo real son simplemente señales eléctricas interpretadas por tu
cerebro.” Morfeo. Matrix. 1999.
Suena el despertador,
arranca la película más filosófica de la historia. Nos invita a pensar y
cuestionar la realidad en la que vivimos. Es una película que plantea un
argumento al cual no se le puede presentar un contraargumento. Puede que no sea
verdad la tesis de la película, pero ¿cómo desmentirla?
En la primera escena el
Sr. Anderson se despierta, intercambia mensajes a través de la web con alguien
que desconoce y que lo invita a seguir un “conejo blanco”. El conejo,
claramente nos rememora a Alicia en el país de las maravillas y a su autor,
nuestro QH Charles Dodgson, más conocido como Lewis Carroll, quien descansa en
el Oriente Eterno. La habitación es la 101, la misma de las torturas del libro
de George Orwell, 1984, en la que uno terminaba si cuestiona a ese gran hermano
que era el sistema. Minutos después nos enteramos de que la respuesta que
obtiene en su computadora es una invitación a conocer la realidad, su
interlocutora es Trinity. Trinidad. Tres. ¡Tal vez nuestro tres! ¿Por qué no?
El apellido del
protagonista es Anderson. Dos palabras en una: “son”, sin dudas significa “hijo
de”, Ander hace referencia al nombre clásico adoptado en diversas culturas e idiomas:
Andrew, Andreas, André, o en nuestra lengua, Andrés, cuya raíz griega “Andros”
significa, “Hombre”. El señor Anderson, es entonces, el “Hijo del hombre”. Una
persona cualquiera. Por más que por nuestras influencias históricas seguramente
pensemos en alguien puntual.
Seguir a Trinity,
nuestro “tres”, lo lleva al Sr. Anderson al encuentro con Morfeo, (dios de los
sueños de la mitología griega, quien fue castigado por Zeus por haber revelado
secretos a los mortales a través de sus sueños). La cita se da sobre un piso de
damero sin variaciones en su color original, blanco y negro. La propuesta de
Morfeo es contundente y se da a través de estas palabras: “Puedo verlo en tus ojos, Tienes la mirada de un hombre que acepta lo que
ve, porque espera despertarse, irónicamente, no dista mucho de la realidad (…).
Te explicaré por qué estás aquí Estás porque sabes algo. Aunque lo que sabes no
lo puedes explicar. Pero lo percibes. Ha sido así durante toda tu vida. Algo no
funciona en el mundo. No sabes lo que es, pero ahí está, como una astilla
clavada en tu mente y te está enloqueciendo. Esa sensación te ha traído hasta
mí.” Este enunciado va acompañado con la presentación de dos pastillas, una
azul, para volver al estado anterior y olvidarse del tema y otra roja, para
acceder irreversiblemente al conocimiento.
¿Suena a una iniciación verdad?
Nuestro personaje,
supongo que al igual que lo haríamos todos nosotros, buscando “la verdad”,
elije la pastilla roja, y va directo hacia “la realidad” … Aun nos quedan más
de 6 horas de película por delante, pero está claro que ésta, ya cumplió con su
objetivo: nos estamos cuestionando “¿Qué es la realidad?”. Filosofía en estado
puro.
Me animo a afirmar
que la carga simbológica del film es altísima y que no es fácil asimilar todo
lo que se muestra. Desde el mencionado piso de damero de la primera reunión,
hasta el Arquitecto que diseñó la matrix, pasando por diversos números “tres” y
“trilogías” (como los tres grandes cables que conducen a la máquina o los tres
golpes de mazo de la presidenta del consejo), la diferencia en los años
calendarios reales de los virtuales (nuestra e.v.), e incluso connotaciones
visuales como la venda en los ojos al comienzo y la “pseudo-ceguera” final,
para poder ver el mundo tal como es, o también textuales, como la afirmación de
que no todos están listo para ser desconectados del sistema.
Retomando la
pregunta, ¿Qué es lo real? Podemos pasarnos la vida en busca de su respuesta.
Por otra parte: ¿Tenemos herramientas para afirmar que no estamos en una
simulación computacional? En palabras de Morfeo, nuevamente: “Matrix nos rodea. Está por todas partes.
Incluso ahora, en esta misma habitación. Puedes verla si miras por la ventana o
al encender la televisión. Puedes sentirla cuando vas a trabajar (…), cuando
pagas tus impuestos. Es el mundo que ha sido puesto ante tus ojos para
ocultarte la verdad. (…) La verdad de que eres un esclavo, como todos, naciste
para esclavo. Naciste en una prisión que no puedes oler, probar ni tocar... Una
prisión para la mente. Desafortunadamente uno no le puede decir a nadie lo que
es la Matrix. Necesitas verla con tus propios ojos.”
En un punto medio,
entre la ciencia ficción pura y lo cotidiano, podemos, por lo menos pensar que
nos encontramos frente a un “sistema” al cual desconocemos por completo y en el
que sólo vamos buceando a través de las leyes que él mismo nos impone.
Intentamos deducir su entidad por los efectos que de él sentimos. ¿O no sienten
que todo el tiempo se dan situaciones cuya explicación oficial no nos convence
para nada? Y esto va desde el accidente de De la Sota hasta lo de las Torres
Gemelas, pasando por Palestina-Israel e incluyendo las olas de izquierdización
y derechización de América Latina con la muerta de Hugo Chávez incluida. El
patrón es claro, existe un “algo” al cual estamos lejos de tener total acceso.
Frente a ello, en mi opinión, la peor actitud que podemos tomar es creer que
sabemos lo que realmente pasó…
Las decisiones son
ilusiones creadas por los que tienen el poder y es ahí a donde tenemos que
apuntar, sea todo lo anterior ciencia ficción o no, esto ya es política, y es
por ahora la única herramienta de la que disponemos para cambiar el curso de la
historia.
Para cerrar me parece
muy oportuno compartirles palabras del gran filósofo contemporáneo, Byung-Chul Han:
“La sociedad disciplinaria de Foucault,
que consta de hospitales, psiquiátricos, cárceles, cuarteles y fábricas, ya no
se corresponde con la sociedad de hoy en día. En su lugar se ha establecido
desde hace tiempo otra completamente diferente, a saber: una sociedad de
gimnasios, torres de oficinas, bancos, aviones, grandes centros comerciales y
laboratorios genéricos (…). A la sociedad disciplinaria todavía la rige el no.
Su negatividad genera locos y criminales. La sociedad de rendimiento, por el
contrario, produce depresivos y fracasados.”
En este contexto, la
caverna de Platon se nos hace cada vez más actual e incluso podemos pensar que
no hay sólo una caverna, sino muchas una adentro de la otra y de las cuales
estamos intentando salir todo el tiempo. Sería muy importante tener una idea de
la cantidad de cavernas que todavía nos cubren, o dicho de otra manera, lograr conocer
en qué grado, aún seguimos conectados al sistema…
Imagen: https://www.downloadsource.es/1771668/the-matrix-screen-saver/
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