La
decisión de solicitar nuestra admisión a la orden resulta de una reflexión y decisión
personal, cualquiera que haya sido el propósito y el anhelo en lo mas profundo
de los corazones de los hermanos admitidos, la decisión de integrarse a la
Hermandad es tomada por Voluntad propia. Por lo general se considera que en
todo fenómeno de la Voluntad hay una previa representación, o mejor dicho, un
conocimiento, una finalidad, una decisión, una resolución, y una acción. La relación entre voluntad y deseo fue ya
tratada a fondo dentro de la filosofía antigua, especialmente en Platón y Aristóteles.
El primero advertía que mientras el deseo pertenece al orden de lo sensible, la
voluntad pertenece, en cambio, al orden del intelecto. En cuanto a Aristóteles,
señalaba explícitamente que si bien deseo y voluntad son, por iguales, motores,
la voluntad es de índole racional.
Al
mismo tiempo, la decisión del neófito de ingresar a la orden voluntariamente,
es guiada en parte por el Instinto. Surge en él el deseo de aprender, construir
y perfeccionarse moral y espiritualmente, pero es el instinto lo que lo lleva a
querer saber, descubrir o reconectarse con una enseñanza mas allá de la
individualidad propia de cada uno. En lo profundo de nuestras almas sentimos
que debe haber algo que nos une y nos corresponde como humanidad, algún sentido
mas grande que nuestros propios caminos personales, y como todos sabemos, no
todos los seres humanos desean, o son llamados, a experimentar éste tipo de
responsabilidad. El termino Instinto significa
“aguijón”, “acicate”, “estimulo”. De ello deriva el sentido de instinto como
estimulo natural, como conjunto de acciones y reacciones primarias,
“primitivas” y no conscientes. El
instinto fue definido por el Pragmatismo como “la facultad de actuar de tal
modo que se produzcan ciertos fines sin previsión de os fines y sin previo
entrenamiento”. Bergson ha defendido la
concepción del instinto como un modo especial de acción y de “conocimiento”, y
la contraposición entre instinto e inteligencia: mientras la inteligencia se
orienta en la conciencia, que es perplejidad y posibilidad de elección, el
instinto se orienta en la inconciencia, y por eso es plena seguridad y firmeza.
Los católicos, en su tercera petición del
“padre nuestro” le piden a Dios que “sea SU voluntad asi en el cielo como en la
tierra”, mientras que el místico
Aleister Crowley, que fundó la filosofía religiosa de Thelema, incentivaba a
sus miembros a realizar en todo momento la propia voluntad del individuo, esto no es entregarse a cualquier capricho
pasajero, sino que, por medio de un intenso trabajo de autoconocimiento llegar
a entender el verdadero sentido de nuestras vidas y el objetivo de cada uno de
nosotros en este plano de existencia.
Desde mi punto de vista, es crucial
descubrir la verdadera misión de cada uno, reconocerse y entenderse, y así
llegar a la Orden con una visión firme de la posición de cada uno en el mundo y
con objetivos claros, y una vez dentro reconstruirse siempre en pos de un ideal. Los objetivos y propósitos que tenemos deben
ser orientados por las enseñanzas masónicas, las herramientas que obtenemos
dentro de la Orden deberían ser utilizadas para continuar el proceso de
mejoramiento y purificación. Para esto,
un verdadero eslabón que haga fuerte esta cadena de unión debe ingresar al
templo con un propósito claro y con una clara visión del objetivo que quiere
lograr, tanto individualmente como en grupo,
y no simplemente esperar que la permanencia en la Orden le dé una guía
de como comportarse o de cual es su misión para con los demás: el cargo o la
misión que se le dé a un Hermano debería tener una relación directa con el
trabajo personal que viene haciendo cada miembro, por lo tanto creo que es imprescindible
trabajar constantemente en uno mismo y en lo que uno es y las aptitudes que
tiene, solo así es posible definir un
objetivo claro en el cual trabajar como Logia, en el que las capacidades de
todos y cada uno de los Hermanos pueden armonizarse, relacionarse y aprovecharse
para una misión en común. En cambio, si
solamente esperamos que La Logia nos diga qué hacer y como hacerlo, estaremos
muy lejos de trabajar como una estructura organizada y muy lejos de reconocer
nuestro verdadero deber y las imperfecciones personales que debemos pulir.
No solo debemos tener fe y esperanza en que
el GADU ha diseñado todo de una manera sabia y perfecta y que actuara sabiamente
en futuros acontecimientos, sino que debemos estar siempre listos y
concentrados para poder actuar de manera propicia en el momento que Él lo
requiera.
Las
facultades Teologales, son aptitudes celestes, las Cardinales son magníficos
atributos que sirven como norma de conducta, pero en relación con el prójimo no
constituyen virtudes. El prudente se hace el bien a si mismo, el virtuoso lo
hace para los demás hombres. Por nuestra
propia Voluntad decidimos reorganizarnos para planear y trabajar con más
disciplina, el Instinto de hacer algo grande por el mundo y por los demás nos
motiva a construir y nos guía en el camino que compartimos como hermanos. El Instinto es categórico y limitado; la
inteligencia es hipotética, pero ilimitada, y por eso puede, a diferencia del
instinto, superarse a si misma y llegar hasta una intuición que va a ser la
definitiva ruptura de los marcos en que están encerrados, cada uno por su lado,
instinto e inteligencia. Por eso la
diferencia entre estos se corona con la precisa formula Bergsoniana de que “hay
cosas que solo la inteligencia es capaz de buscar, pero que, por si misma, no
encontrara nunca. Solo el instinto las encontraría, pero jamás las buscara”.
Escrito por D. R.
Imagen: https://definicion.de/voluntad/
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