Miro el cuadro. Veo diversos
elementos en su interior. Tres enormes columnas y una escalera se destacan, ya
que están dispuestas en composición vertical, dentro de un cuadro de las mismas
características. A continuación, elementos varios, distribuidos de manera
irregular me sugieren que me encuentro en el interior de la Logia. Miro
fijamente el cuadro y siento que estoy entrando al Templo, a la Logia, todos
los elementos están en él y además hay siete estrellas que me indican que la
misma es justa y perfecta…
Hasta ahora, lo más llamativo es que
me da la impresión de que cada elemento se encuentra apoyado sobre otro mayor…
sólo la regla de las 24 pulgadas está sola, sobre el piso. En el oriente está
el Ara, con los trabajos iniciados en el grado de aprendiz.
Además de estas primeras
apreciaciones, lo que no puedo evitar observar todo el tiempo, cada vez que
miro el cuadro, entrando virtualmente al Templo, son las nubes… la bruma del
fondo, en resumen: lo que no se ve… posiblemente mi formación de científico
esté marcándome el paradigma de observación.
Hay, está claro, numerosos objetos
por delante, pero ¿qué hay del otro lado de la bruma?, da la impresión de que
sólo el sol y la luna son los únicos elementos de la composición desde los que
se consigue ver, ellos son los que están en la posición correcta, de
alcanzarlos, podríamos saber que hay ahí, del otro lado, en ese más allá que
aún no conocemos…
Llegar al sol y a la luna implica un
ascenso, peldaño a peldaño con las virtudes capitales y teologales que están en
el camino y manteniendo el rumbo fijo hacia la estrella de sietes puntas… ya
que es lo más próximo y “accesible”, hacia ellos… Es notable que el sol, la
luna y la estrella de 7 puntas están formando un triángulo. A esta composición
la percibimos, ni bien entramos a la logia desde occidente.
Arriba a la izquierda está el sol y a
la derecha la luna. Estos elementos, establecen las dos vías de obtención del
conocimiento. Experimentalmente, a través del sol o inductivamente, con la
luna. El aprendizaje experimental lo adquirimos con lo cotidiano, es el que
realizamos día a día, tomando decisiones que resultan acertadas, o no, es al
que todos acceden… Por otra parte, el aprendizaje inductivo, se da por medio de
descubrimientos personales conseguido a través de una correcta guía, es el
obtenido por un proceso similar a la decantación, es lo que está ahí, dando
vueltas y que “algo” en algún momento hace que se consolide formando unidad. Es
un saber obtenido mediante un hilo argumental que nos une a los que nos rodean
y han logrado comprenden ese saber y nos están ayudando a estar a su nivel.
La luna y el Sol son distintos medios
para llegar a un mismo fin, ya que la luz de la luna es la del sol reflejada,
que nos ilumina cuando todo lo demás está a oscuras…
En lo conceptual, estás dos vías
hacia el conocimiento pueden ser descriptas como exotéricas y esotéricas. La
primera accede a lo fenomenológico del mundo físico, a nuestro entorno
inmediato; la segunda, tiene que ver con todo el conocimiento que no puede ser
descrito en términos de fenómenos físicos, es el conocimiento que no es
accesible haciendo uso de nuestros cinco sentidos. Está más cerca de la
intuición, a lo que habitualmente llamamos “sensaciones”.
En resumen, nuestro viaje luego de la
muerte y resurrección desde el VITRIOL en adelante empieza con la entrada al
Templo, y está simbolizado en el cuadro con la evolución que sufre la piedra
bruta, que finalmente, terminará pulida… Este proceso comienza con el uso de
las herramientas que pertenecen al primer grado: Mazo, Cincel y Regla de 24
pulgadas.
Desconocemos casi todo lo que va a
pasar, pero tenemos la guía que nos marca hacia donde nos dirigimos y las
herramientas necesarias para poder afrontar el desafío.
Sabemos hacía donde vamos y no
estamos solos.
Imagen: http://inciclopedia.wikia.com/wiki/Archivo:Sol_y_Luna.jpg
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