miércoles, 3 de octubre de 2018

UN VIAJE A TRAVÉS DEL CUADRO DEL APRENDÍZ



Miro el cuadro. Veo diversos elementos en su interior. Tres enormes columnas y una escalera se destacan, ya que están dispuestas en composición vertical, dentro de un cuadro de las mismas características. A continuación, elementos varios, distribuidos de manera irregular me sugieren que me encuentro en el interior de la Logia. Miro fijamente el cuadro y siento que estoy entrando al Templo, a la Logia, todos los elementos están en él y además hay siete estrellas que me indican que la misma es justa y perfecta…

Hasta ahora, lo más llamativo es que me da la impresión de que cada elemento se encuentra apoyado sobre otro mayor… sólo la regla de las 24 pulgadas está sola, sobre el piso. En el oriente está el Ara, con los trabajos iniciados en el grado de aprendiz.

Además de estas primeras apreciaciones, lo que no puedo evitar observar todo el tiempo, cada vez que miro el cuadro, entrando virtualmente al Templo, son las nubes… la bruma del fondo, en resumen: lo que no se ve… posiblemente mi formación de científico esté marcándome el paradigma de observación.

Hay, está claro, numerosos objetos por delante, pero ¿qué hay del otro lado de la bruma?, da la impresión de que sólo el sol y la luna son los únicos elementos de la composición desde los que se consigue ver, ellos son los que están en la posición correcta, de alcanzarlos, podríamos saber que hay ahí, del otro lado, en ese más allá que aún no conocemos…

Llegar al sol y a la luna implica un ascenso, peldaño a peldaño con las virtudes capitales y teologales que están en el camino y manteniendo el rumbo fijo hacia la estrella de sietes puntas… ya que es lo más próximo y “accesible”, hacia ellos… Es notable que el sol, la luna y la estrella de 7 puntas están formando un triángulo. A esta composición la percibimos, ni bien entramos a la logia desde occidente.

Arriba a la izquierda está el sol y a la derecha la luna. Estos elementos, establecen las dos vías de obtención del conocimiento. Experimentalmente, a través del sol o inductivamente, con la luna. El aprendizaje experimental lo adquirimos con lo cotidiano, es el que realizamos día a día, tomando decisiones que resultan acertadas, o no, es al que todos acceden… Por otra parte, el aprendizaje inductivo, se da por medio de descubrimientos personales conseguido a través de una correcta guía, es el obtenido por un proceso similar a la decantación, es lo que está ahí, dando vueltas y que “algo” en algún momento hace que se consolide formando unidad. Es un saber obtenido mediante un hilo argumental que nos une a los que nos rodean y han logrado comprenden ese saber y nos están ayudando a estar a su nivel.

La luna y el Sol son distintos medios para llegar a un mismo fin, ya que la luz de la luna es la del sol reflejada, que nos ilumina cuando todo lo demás está a oscuras…

En lo conceptual, estás dos vías hacia el conocimiento pueden ser descriptas como exotéricas y esotéricas. La primera accede a lo fenomenológico del mundo físico, a nuestro entorno inmediato; la segunda, tiene que ver con todo el conocimiento que no puede ser descrito en términos de fenómenos físicos, es el conocimiento que no es accesible haciendo uso de nuestros cinco sentidos. Está más cerca de la intuición, a lo que habitualmente llamamos “sensaciones”.
En resumen, nuestro viaje luego de la muerte y resurrección desde el VITRIOL en adelante empieza con la entrada al Templo, y está simbolizado en el cuadro con la evolución que sufre la piedra bruta, que finalmente, terminará pulida… Este proceso comienza con el uso de las herramientas que pertenecen al primer grado: Mazo, Cincel y Regla de 24 pulgadas.

Desconocemos casi todo lo que va a pasar, pero tenemos la guía que nos marca hacia donde nos dirigimos y las herramientas necesarias para poder afrontar el desafío.

Sabemos hacía donde vamos y no estamos solos.

Imagen: http://inciclopedia.wikia.com/wiki/Archivo:Sol_y_Luna.jpg

No hay comentarios:

Publicar un comentario