miércoles, 24 de octubre de 2018

EL TEMPLO DE SALOMÓN


Según la descripción detallada el templo construido por los obreros al mando de Hiram Abif en los días de Salomón, es famoso no solo por sus dimensiones, siendo pequeño en comparación con un Palacio real, sino por las decoraciones del interior y del exterior que constituyen un elemento referencial de la arquitectura en la era de los reyes. Siete años han sido necesarios para la construcción del edificio que fue edificado alrededor del año 960 antes de Cristo.

Parece que los materiales contratados por David no han sido suficientes y Salomón tuvo que hacer un trato con Hiram, el rey de Tiro (Fenicia) el cual mandó al maestro Hiram Abif grandes cantidades de madera de cedro y también mano de obra.

Dado que no había espacio suficiente para edificar el Templo, los constructores edificaron primero un muro que rodeaba el sitio y después llenaron el espacio entre el muro y la colina con piedras y tierra. Hoy en día, en éste lugar se encuentra la mezquita de Omar, la segunda más importante tras la de la Meca.

La descripción general del templo encontrada en los textos sagrados es satisfactoria aunque no contiene tantos detalles. El edificio era de forma rectangular, orientado sobre un eje longitudinal en dirección Este-Oeste. El edificio debió tener una longitud interior de aproximadamente 27 metros, 9 metros de ancho y una altura de 13,5 metros.

Según el libro de Reyes, dentro del Templo, a saber dentro del Tabernáculo, había tres recintos diferentes:

El Vestíbulo o pasillo o lo que los masones denominamos Salón de los pasos perdidos. Aunque el texto no nos facilita muchos detalles parece que había un muro entre el vestíbulo y el siguiente recinto.

El Santo de los Santos, teniendo la forma de un cubo. Este último recinto se encontraba a un nivel más alto que el Hejal y solo podía accederse a él subiendo una escalera. En su centro se encontraba el Arca de la Alianza arriba de un ara dentro del cual se preservaban las Tablas de la Ley entregadas por Dios a Moisés.

Los sacerdotes y el rey entraban en el Templo a través de una gran puerta chapada en oro. En los tiempos de la construcción del Templo esta puerta también era la entrada común para todos los obreros y por la que Hiram acostumbraba retirarse.

Cuentos masónicos suponen que el Templo tenía dos entradas más: una en el este que comunicaba con la Cámara del Medio que estaba reservada a los Maestros y otra en el sur. Como en el Oriente sólo se encontraba el Santo de los Santos podemos deducir que la Cámara de Medio se encontraba en un nivel más bajo que el recinto donde se encontraba El Arco de la Alianza.

Otras leyendas masónicas cuentan que el Rey Salomón construyó una bóveda secreta, a la cual se aproximaba al Templo desde el más retirado apartamento de su palacio a través de otras ocho bóvedas o departamentos sucesivos, todos bajo tierra, y al cual conducía un pasaje largo y estrecho desde bajo del sitio.

La bóveda novena se encontraba inmediatamente debajo del Santo Santuario del Templo y aquí tenía el rey Salomón sus conferencias privadas con el rey Hiram de Tiro y el Maestro Hiram Abí. La bóveda novena tiene que coincidir con la Cámara del Medio, basado en lo arriba descrito y desde otra leyenda masónica conocemos que aquí se encontraba un triángulo de oro que contenía el nombre inefable del Dios. El triángulo se encontraba en una piedra cubica de ágata, descubierta por los hermanos Adoniram, Joabert y Stolkin. Estos tres trajeron la piedra al rey Salomón cual decidió ubicarla en la bóveda novena, encima de un pedestal de alabastro.

En la parte exterior del Templo, a ambos lados de la entrada fueron erigidas dos columnas (Jaquin y Boaz), hechas en bronce y teniendo altura de 8 metros decoradas en la parte superior con flores de lirio. El Templo se encontraba en la mitad de dos patios: El Patio de los Sacerdotes (o el Patio Alto), que tenía pavimento de piedra y estaba rodeado por un muro, también de piedra. El segundo patio era mucho más grande que el primero y permitía el acceso a un gran número de creyentes. Similar al patio anterior, este patio estaba rodeado por un muro de tres filas de piedra con vigas de cedro.

Los objetos santos del interior del Templo eran: El Arca de la Alianza, conocido también como el Trono de Dios Superior, Los querubines encima del cubierto del Arca eran dorados, hechos en madera de acacia.

En el Patio de los Sacerdotes se encontraba el Altar de Ofrendas, hecho en bronce y el Mar de Bronce, ubicado en el sureste. De hecho, este objeto era una gran bañera colocada encima de 12 figurinas en forma de toros de bronce, orientados con las cabezas hacia los cuatro puntos cardinales. Al Mar de Bronce lo utilizaban los sacerdotes que se lavaban antes y después del ritual. Había otras diez bañeras de bronce más pequeñas, ubicadas cinco en cada lado de la entrada y utilizadas para lavar a los bichos sacrificados.

Se sabe muy bien que el Templo ha sido el centro religioso de las 12 tribus de Israel y que es parte importante de la historia de esta nación. Apenas después de la caída del Reino de Judá algunos han penetrado al Templo cometiendo robos, existieron reyes que tenían fe y lo cuidaron y evitaron tal vez que no sufrió cambios mayores en su estructura general.

Algunos de los reyes han decidido de sacar objetos santos del Templo, por ejemplo el rey Ajaz ha sustituido el Altar de Ofrendas hecho en bronce por otro similar a uno de Damasco, este cambio se hizo para tener mejores relaciones con los asirios. Fue el mismo rey Ajaz que sacó el Mar de Bronce y las otras bañeras, incluso los soportes. Con motivo de purificar el Templo, el rey Ezequías ha decidido sacar la serpiente Nehustan, hecha en bronce por Moisés, transformada en ídolo por los hebreos, contrario al Primer Mandamiento de Dios.

Tras el declino del Reino de Judá, las épocas en las cuales el Templo ha estado en la atención de los reyes no han sido largas y no se ha realizado una conversión real del pueblo hebreo, la gente volviendo a las prácticas religiosas sincretistas, acelerando así la caída del estado y la demolición del Templo de Salomón.

En 587 antes de Cristo los ejércitos de Nabucodonosor II entraron en Jerusalén y robaron todo lo que se podía robar de la ciudadela y del Templo, destruyéndolos posteriormente. Los objetos santos del Templo, incluso los vasos y los adornos de oro y de plata fueron llevados en la ciudad de Babilón y este es el momento en el cual desapareció el Arca de la Alianza con las tablas que tenían grabadas los Diez Mandamientos. Las letras sagradas escritas en el triángulo de oro que se encontraba en la novena bóveda fueron borradas por los masones poco tiempo antes de la invasión de los ejércitos de Babilón.

Después de la muerte de Nabucodonosor II en 562 antes de Cristo, Neriglisar y 4 años después, al final de estos reinados Babilonia cayó bajo Ciro, el rey de Persia, en 538 antes de Cristo, quien lideró la combinación de los ejércitos de Media y Persia.

Otra leyenda masónica está basada precisamente en la libertad concedida por el rey Ciro a los judíos a petición de Zorobabel, y en la edificación del segundo templo. El simbolismo de esta leyenda se explica por la reunión de los israelitas, que para dedicarse con seguridad a los trabajos de edificación del segundo templo, manejaban las herramientas con una mano, a la vez que tenían constantemente la espada en la otra, para hallarse dispuestos a combatir y defenderse en cualquier momento en que se tratara de atacarlos o sorprenderlos.

Tras el retorno del cautiverio y con el liderazgo de Zorobabel se hicieron los arreglos para reconstruir el Templo desaparecido hacía ya más de setenta años. Primero se levantó y dedicó el altar de Dios en el punto exacto donde se encontraba su predecesor. En el segundo mes del segundo año (535 antes de Cristo) se pusieron los cimientos del Segundo Templo.

Los trabajos de reconstrucción se retrasaron y eventualmente se suspendieron por la acción de los samaritanos que propusieron colaborar en los trabajos, oferta que fue denegada por Zorobabel junto con el consejo de ancianos con motivo de que Judea debía construir el Templo sin ayuda externa. Tras este rechazo los samaritanos sabotearon la reconstrucción mandando quejas al Rey Ciro.

Siete años más tarde el rey Ciro muere y es sucedido por su hijo Cambises. Tras lo cual el trono fue ocupado por Esmerdis pero solo por siete u ocho meses y por último ascendió al trono Darío I y en el segundo año de su reinado se retomaron los trabajos de reconstrucción del Templo hasta su finalización.

En la primavera de 516 antes de Cristo, veinte años después del retorno desde el cautiverio en Mesopotamia, el Templo estaba listo para su consagración y fue terminado por completo en el sexto año del reinado de Darío I.

No hay detalles sobre el aspecto y las dimensiones del nuevo templo, se supone que han sido respetadas las proporciones del antiguo. Los judíos mayores que conocían el antiguo Templo de Salomón expresaron nostalgia al ver el nuevo templo, se puede deducir que el segundo era más humilde pero es posible que el texto de esta leyenda sea escrita en una etapa intermediaria de la reconstrucción y que la nostalgia ha sido expresada muy anterior a la finalización de los trabajos.

Aunque no tenía el esplendor del primer Templo, el segundo ha tenido el mismo papel en la historia y en el paso del tiempo ha sido adornado con piezas nuevas.

La reconstrucción del Templo 70 años después de su destrucción con fuerzas y recursos mucho más pequeños que los disponibles en el tiempo del rey Salomón y por el esfuerzo del pueblo judío que se encontraba en una situación económica difícil nos enseña una nueva prueba que la unión hace la fuerza, y que una nación que tiene fe y respeto para sus valores y tradiciones y que aprende de los errores cometidos en su pasado nunca perderá su dignidad y seguirá teniendo fuerza en los siglos venideros.

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