domingo, 28 de octubre de 2018

LA DOCENCIA COMO PILAR FUNDAMENTAL DE LA FRANCMASONERÍA


El elemento esencial de la misión de la Francmasonería, cualquiera que sea el lugar donde se encuentre conformando Logias, Grandes Logias, Grandes Orientes, es el de formar hombres con valores esencialmente éticos, capaces de aspirar a un permanente perfeccionamiento y al mejoramiento de la sociedad.
El postulado Nº 1 señala que la francmasonería “tiene por objeto el mejoramiento espiritual y moral del iniciado y de la humanidad, sobre la base del respeto del postulado de personalidad” y el Nº 3 “reconoce la posibilidad de mejoramiento indefinido del hombre y de la humanidad”.

El mejoramiento cada iniciado puede lograrlo mediante un proceso de autoperfeccionamiento, sin embargo es más factible el logro de niveles superiores mediante procesos educativos; por otra parte estos procesos permiten transmitir intencionadamente determinados contenidos o enseñanzas, que en el caso de la Masonería corresponde a la doctrina, sus principios, valores e ideales. De allí que no sea equivocado postular que la Francmasonería es una institución iniciática, educacional o educativa y que los procesos que ella realiza sistemática o asistemáticamente para formar a sus aprendices, compañeros y maestros, es lo que podemos denominar docencia masónica; hay quienes enseñan y quienes aprenden. En este caso en particular, los que debería enseñar e instruir a aprendices y masones son los maestros.
“Nuestra orden elige hombres, los educa, los organiza y disciplina”... “de manera que no es difícil convencerse de que todo el secreto consiste en que un grupo de personas serias, honradas y respetuosas, constituidas en familia merced al vínculo de una sana fraternidad, trabajan por extender esa fraternidad por todos los ámbitos del mundo, perfeccionando su individualidad y las de cuantos le rodean...”
La orden educa a hombres, ello lleva al problema fundamental de todo acto educativo, ese es el modelo de hombres que se desea lograr, o sea, que, si un miembro que desea ser masón y no puede adaptarse a este tipo de educación masónica, no puede pertenecer a la orden. 
La Orden también aspira a conseguir a alguien honrado, libre de preocupaciones y dispuesto a trabajar por el bien de la humanidad, fiel a las obligaciones que contrae voluntariamente, dedicado al cultivo de la virtud y a la adquisición de la verdad, apto para elegir los elementos útiles de ambiente en que se desenvuelve, purificado por el esfuerzo, por medio de estudio de la ciencia, por el ejercicio de la justicia y por la actividad del trabajo.
El masón íntegro ha de ser un luchador a favor de la verdad y contra la mentira, de la sinceridad contra la hipocresía, de la libertad y la tolerancia, contra la tiranía y el fanatismo. En el orden filosófico debe tener una concepción clara acerca del origen del universo, del origen del hombre, así como de las distintas tendencias que se disputan el mundo de los creyentes en los sistemas religiosos, políticos o filosóficos.
Se desea al hombre con valor para sobreponerse al desfallecimiento y desarrollar las fuerzas necesarias para suprimir los males que engendran los mezquinos impulsos del egoísmo. Se aspira a un luchador digno y amante del derecho, a favor de la virtud y de la inocencia ultrajada, y en apoyo de los ofendidos por la mentira, la calumnia o la injusticia, que no retrocede ante ningún peligro cuando cumpla los dictados de su conciencia ilustrada; que permanezca puro y limpio de toda iniquidad, dedicado sólo a obras meritorias y especialmente, de inteligencia purificada de prejuicios por medio del estudio. 
Con amor por el prójimo, incapaz de hacer a otro lo que no quisiera que hicieran con él; en otras palabras, que no convierta su vida en fuente de pasatiempos, sino de sacrificios; sin contemplar pasivamente el bien sino constituido en activo combatiente contra el mal y el error.
El hombre en quien la educación masónica logra su fin, es aquel que hace la caridad, entendida no como la limosna vergonzante, sino como convicción ilustrada y la voluntad decidida de contribuir a que los hombres vean claro y cumplan con su destino, suministrando a los demás los medios que les faltan para que, a su vez sean útiles a sus semejantes. 
Busca a quien propague la tolerancia, para evitar horrores y lágrimas. En fin, alguien capaz de socorrer a sus hermanos aunque sea vertiendo su propia sangre, que ponga en sus acciones el sello del honor y la virtud; que huya del vicio y siga la senda de los hombres que han esclarecido, con sus méritos y servicios a la humanidad.
Es necesario que el masón reúna ciertas características que no es posible encontrar en todos los hombres, de allí para una adecuada docencia es previa una rigurosa selección, en cuanto la Masonería es una institución de elite, le interesa la calidad por sobre la cantidad, es una institución selectiva y no cuantitativa. Si no es así, se habrá elegido a la persona equivocada y la orden puede pagar caro su error. 
Los que ingresan a la orden deben ser buenos y verdaderos, nacidos libres, deben haber alcanzado la madurez y la edad de la razón, no ser siervo, ni hombre inmoral, ni escandaloso y tener buena reputación. Desde los ancestros, la Orden ha buscado constituirse en una institución de selección y no de masa, te interesa para señalarlo en una frase que no por repetida deja de ser verdad, la calidad por sobre la cantidad.
¿A qué obedece esta ocurrencia?, Si decimos que el hombre es perfectible, si reconocemos tal postulado, debe existir un mínimo de condiciones, una materia prima apta de tal perfección. Por fructífero que pueda ser el proceso docente, no es posible transformar en hombre de bien a quien no quiere serlo, a quien no posee la voluntad decidida de ver claro y de hacer luz en su espíritu.
En esta sociedad en la cual nos toca vivir y convivir, la gran industria, la industria transnacional, los grandes capitales requieren de un hombre masificado que consuma lo que los demás consumen, que vista lo que los demás visten, que piense lo que los demás piensan, que use su tiempo libre en lo que la industria del tiempo libre determina; películas, pornografía, comidas chatarra, best sellers. El consumismo es el signo de la sociedad del presente, los supermercados son las catedrales del hombre moderno; se compra no por necesidad, sino por notoriedad o porque ello da status; se compra por comprar, aunque no haya -muchas veces- ni una simulación de uso, como cuando se compra libros sin que nunca se abra uno o se sepa quién es el autor, pero ellos adornan bibliotecas y proporcionan notoriedad. No es el caso de los masones que abrazan la orden y sus estatutos con celo. 
La cuantificación caracteriza la vida de hoy; todo es número, todo es cifra, cantidades que casi no alcanzamos a entender ni menos a comprender, las cosas que el hombre ha encarado pasan a esclavizarlo; el hombre se pone al servicio del dinero o de un automóvil, no se siente el amo de lo que el mismo ha creado. El hombre de hoy quiere “tener” más y no “ser” más.
Así se provoca el gran fenómeno de la enajenación, por el cual el sujeto se experimenta a sí mismo como ajeno; se observa como una mercadería que debe ser bien puesta en el mercado; su vida misma la juzga conforme a las leyes de la oferta y la demanda, el éxito lo mide en términos comerciales de debe y haber; tanto es así que cuando fracasa comercialmente prefiere suicidarse. 
Es el hombre masa; incapaz de vincularse a los demás mediante el amor, se hace narcisista, sólo se ama así mismo, incapaz de trascender mediante la creación, prefiere destruir para ser recordado; incapaz de obtener seguridad social a través de la fraternidad, prefiere hacerse miembro de cualquier secta o grupo que le da esa seguridad; incapaz de lograr su identidad por medio de la individualidad, prefiere la conformidad, el slogan; incapaz de obtener una estructura ideológica que lo oriente mediante la racionalidad, prefiere la irracionalidad del dogma fácil y que la respuesta prefabricada y asegura la vida eterna de felicidad extraterrena.
En esta sociedad güemense, se hace difícil seleccionar al hombre; sólo quienes son capaces de escapar de esa masificación, pueden con derecho golpear las puertas del templo.
Recordemos que no queremos curiosos o mal intencionados, desleales que no pueden comprenderla, y otros tantos masificados a pleno por esta sociedad consumista, ya que no pueden agradecer una enseñanza seria o un acto fecundo.
Muchos profanos considerados indignos de pertenecer a la Institución y que finalmente entraron sin saber el porque, actuaron erróneamente porque, en el fondo, no poseían, ni poseen, los conocimientos imprescindibles de todo Francmasón, o no han tenido el necesario interés para adentrarse en el sereno examen de nuestros Ritos y aún acaso, y ello será imperdonable, no dan a los símbolos, a la Doctrina y a la Docencia masónica toda la trascendencia que ellas entrañan, incurriendo de tal suerte en la amarga realidad convulsionada por el egoísmo, la crueldad y la codicia.
No se trata de número de adeptos, simpatías personales o conveniencias particulares, sino de calidad y eficiencia para la gran obra.

LA DOCENCIA
Es una enseñanza bien planificada, que combina los contenidos programáticos de simbología, de ritualística, de filosofía, de historia, con un buen sistema de exposición y aplicación para su personal educación y desarrollo en el comportamiento del hermano en la Institución y fuera de ella.
La enseñanza de los fundamentos de la doctrina masónica está llamada no sólo a proporcionar a los hermanos conocimientos, sino también a procurarles un desarrollo gradual en cada una de las etapas de su formación y una comprensión de los principios básicos del trabajo masónico. Inculcar el hábito de la lectura, de la iniciativa, del espíritu creador y de la tenacidad en el trabajo, desarrollando el pensamiento, la palabra y las energías intelectuales constituye una importante función de la docencia masónica.

De acuerdo con éstas, corresponde a los Grandes Vigilantes y al Orador, respectivamente, impartir y supervisar la docencia masónica de los grados de Aprendiz, Compañero y Maestro, y tratar de que esta docencia cuente con los mejores auxiliares didácticos.
Esta docencia se desarrolla a través de las llamadas Cámaras de Instrucción, que reúne a los Aprendices dirigidos por el Segundo Vigilante, a los Compañeros dirigidos por el Primer Vigilante y a los Maestros dirigidos por el Orador, en trabajos semanales fuera de la Tenida Ordinaria.

Se asigna especial importancia al rol de los Maestros en esta acción docente, bajo las siguientes premisas:
1. La docencia masónica ha de constituir una preocupación de la totalidad de los Maestros, especialmente para los recién incorporados al Grado correspondiente. Esto debe expresarse en acciones de enseñanza sistemática en Cámaras y Tenidas y, muy particularmente, en la creación de un ambiente de logia propicio y en el ejemplo, constituyéndose los Maestros en modelos o paradigmas de los hermanos de menor edad masónica.
2. La Cámara de Instrucción de cada grado constituye el principal ámbito de aprendizaje masónico, ya que en ella se encuentran los Aprendices, Compañeros y Maestros, en diálogo directo con el Vigilante u Orador, según corresponda. 
3. En cada Respetable Logia debe existir una Comisión de Docencia, presidida por el Venerable Maestro e integrada por los HH:. Vigilantes, Orador, Maestro de Ceremonias, Experto y Bibliotecario, cuya función es la de planificar, organizar y supervisar la docencia de los tres grados.
4. Forma parte también de esta docencia sistemática las Tenidas de cada Taller, en las cuales se muestra el fruto de la investigación, de la opinión de algún hermano para ser debatida abierta y libremente; se realiza, igualmente en las Tenidas de conjunto, de dos o más logias, y en el estudio de los textos que contienen la doctrina masónica.


VENERABLES HERMANOS
Es fundamental lograr un excelente proceso de docencia masónica, para que la institución permanezca en el tiempo y fundamente sus ideas en el valor de lo humano. La docencia permitirá transmitir los valores. La cultura masónica para que las nuevas generaciones la conserven conforme a sus mejores tradiciones y antiguos linderos y sean capaces de proyectarle en un acontecer cambiante que, por muy distinto que sea, por muchos años más requerirá de una doctrina como la nuestra.
Con un sentido de elevada didáctica, la Orden, aspira a que la formación docente se exprese en vivencias de hondo sentido iniciático, que se traduzcan, con el correr de los tiempos, en la formación y desarrollo de una auténtica vocación masónica, que ha de expresarse como la voz interior de aquellos que han recibido la luz de la iniciación. Esta vocación ha de ser la llama inextinguible que ilumine los ásperos caminos que habrán de conducirnos hacia la plena y feliz realización de nuestras personalidades imperfectas; vocación masónica que ha de expresarse en la incesante búsqueda de la verdad, pues sin ésta, no sabemos ni de Belleza, ni de Fraternidad, ni de Justicia, ni de Tolerancia, ni de Libertad; valores plenamente vigentes que constituyen la esencia y suprema aspiración de esta Augusta Orden, escuela formadora por excelencia.

Imagen: http://www.noticias.fcs.uner.edu.ar/noticias/v-convocatoria-para-proyectos-de-innovacion-e-incentivo-la-docencia

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