domingo, 16 de septiembre de 2018

LA VOLUNTAD DEL INSTINTO



La decisión de solicitar nuestra admisión a la orden resulta de una reflexión y decisión personal, cualquiera que haya sido el propósito y el anhelo en lo mas profundo de los corazones de los hermanos admitidos, la decisión de integrarse a la Hermandad es tomada por Voluntad propia. Por lo general se considera que en todo fenómeno de la Voluntad hay una previa representación, o mejor dicho, un conocimiento, una finalidad, una decisión, una resolución, y una acción.  La relación entre voluntad y deseo fue ya tratada a fondo dentro de la filosofía antigua, especialmente en Platón y Aristóteles. El primero advertía que mientras el deseo pertenece al orden de lo sensible, la voluntad pertenece, en cambio, al orden del intelecto. En cuanto a Aristóteles, señalaba explícitamente que si bien deseo y voluntad son, por iguales, motores, la voluntad es de índole racional.
    Al mismo tiempo, la decisión del neófito de ingresar a la orden voluntariamente, es guiada en parte por el Instinto. Surge en él el deseo de aprender, construir y perfeccionarse moral y espiritualmente, pero es el instinto lo que lo lleva a querer saber, descubrir o reconectarse con una enseñanza mas allá de la individualidad propia de cada uno. En lo profundo de nuestras almas sentimos que debe haber algo que nos une y nos corresponde como humanidad, algún sentido mas grande que nuestros propios caminos personales, y como todos sabemos, no todos los seres humanos desean, o son llamados, a experimentar éste tipo de responsabilidad.  El termino Instinto significa “aguijón”, “acicate”, “estimulo”. De ello deriva el sentido de instinto como estimulo natural, como conjunto de acciones y reacciones primarias, “primitivas” y no conscientes.  El instinto fue definido por el Pragmatismo como “la facultad de actuar de tal modo que se produzcan ciertos fines sin previsión de os fines y sin previo entrenamiento”.  Bergson ha defendido la concepción del instinto como un modo especial de acción y de “conocimiento”, y la contraposición entre instinto e inteligencia: mientras la inteligencia se orienta en la conciencia, que es perplejidad y posibilidad de elección, el instinto se orienta en la inconciencia, y por eso es plena seguridad y firmeza.
    Los católicos, en su tercera petición del “padre nuestro” le piden a Dios que “sea SU voluntad asi en el cielo como en la tierra”,  mientras que el místico Aleister Crowley, que fundó la filosofía religiosa de Thelema, incentivaba a sus miembros a realizar en todo momento la propia voluntad del individuo,  esto no es entregarse a cualquier capricho pasajero, sino que, por medio de un intenso trabajo de autoconocimiento llegar a entender el verdadero sentido de nuestras vidas y el objetivo de cada uno de nosotros en este plano de existencia.
    Desde mi punto de vista, es crucial descubrir la verdadera misión de cada uno, reconocerse y entenderse, y así llegar a la Orden con una visión firme de la posición de cada uno en el mundo y con objetivos claros, y una vez dentro reconstruirse siempre en pos de un ideal.  Los objetivos y propósitos que tenemos deben ser orientados por las enseñanzas masónicas, las herramientas que obtenemos dentro de la Orden deberían ser utilizadas para continuar el proceso de mejoramiento y purificación.  Para esto, un verdadero eslabón que haga fuerte esta cadena de unión debe ingresar al templo con un propósito claro y con una clara visión del objetivo que quiere lograr, tanto individualmente como en grupo,   y no simplemente esperar que la permanencia en la Orden le dé una guía de como comportarse o de cual es su misión para con los demás: el cargo o la misión que se le dé a un Hermano debería tener una relación directa con el trabajo personal que viene haciendo cada miembro,   por lo tanto creo que es imprescindible trabajar constantemente en uno mismo y en lo que uno es y las aptitudes que tiene,   solo así es posible definir un objetivo claro en el cual trabajar como Logia, en el que las capacidades de todos y cada uno de los Hermanos pueden armonizarse, relacionarse y aprovecharse para una misión en común.  En cambio, si solamente esperamos que La Logia nos diga qué hacer y como hacerlo, estaremos muy lejos de trabajar como una estructura organizada y muy lejos de reconocer nuestro verdadero deber y las imperfecciones personales que debemos pulir.
   No solo debemos tener fe y esperanza en que el GADU ha diseñado todo de una manera sabia y perfecta y que actuara sabiamente en futuros acontecimientos, sino que debemos estar siempre listos y concentrados para poder actuar de manera propicia en el momento que Él lo requiera.
  Las facultades Teologales, son aptitudes celestes, las Cardinales son magníficos atributos que sirven como norma de conducta, pero en relación con el prójimo no constituyen virtudes. El prudente se hace el bien a si mismo, el virtuoso lo hace para los demás hombres.  Por nuestra propia Voluntad decidimos reorganizarnos para planear y trabajar con más disciplina, el Instinto de hacer algo grande por el mundo y por los demás nos motiva a construir y nos guía en el camino que compartimos como hermanos.  El Instinto es categórico y limitado; la inteligencia es hipotética, pero ilimitada, y por eso puede, a diferencia del instinto, superarse a si misma y llegar hasta una intuición que va a ser la definitiva ruptura de los marcos en que están encerrados, cada uno por su lado, instinto e inteligencia.  Por eso la diferencia entre estos se corona con la precisa formula Bergsoniana de que “hay cosas que solo la inteligencia es capaz de buscar, pero que, por si misma, no encontrara nunca. Solo el instinto las encontraría, pero jamás las buscara”.

Escrito por D. R.

Imagen: https://definicion.de/voluntad/

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